“Un último vals” es un guiño canalla (cómo no) de Joaquín al mundo y es que, aunque todo apunta a que Sabina se encuentra en otro momento vital (tras anunciar que se embarca en su última gira), lo cierto es que no está dispuesto a recorrer este tramo sin dibujar una sonrisa y brindarle el cariño que su gente merece.
El nuevo single cuenta con la ayuda de los sospechosos habituales que Sabina ha tenido bien cerca en estos últimos años: Leiva en la parte musical y en los arreglos; y Benjamín Prado coescribiendo la letra junto a él. La producción también es obra de Leiva que ha alcanzado un nivel de conexión con el universo Sabina absolutamente incontestable a estas alturas del camino. Leiva ha contado con el mismo equipo de músicos e ingenieros que trabajaron en el último sencillo inédito del maestro (“Contra todo pronóstico” 2022) y se ha encargado de interpretar gran parte de los instrumentos, aunque para la ocasión también ha contado con los dedos expertos de Carlos Raya (guitarras), César Pop (teclados) y José Bruno (batería). La voz de Joaquín fue capturada en su estudio ubicado en el barrio de Lavapiés (Ultramarinos Finos) a manos de Juan González.
“Un último vals” viene acompañado por un delicioso videoclip dirigido por Fernando León de Aranoa que pretende ser un homenaje a todas y cada una de las personas que forman (y han formado parte) de la vida de Joaquín. El video se desarrolla en un bar y, como no podía ser de otra forma, es un brindis a la amistad y a la vida.
¡Mirá el video oficial a continuación!
«HOLA Y ADIÓS»: Su gira de despedida
Sabina cuelga con HOLA Y ADIÓS sus guantes de piel de poesía y guitarra trasnochadora rellenos del polvo de la carretera y la manta, del intenso carmín de las mil veces mil y una noches, remendados tantas veces con el hilo de la derrota y la hebra de la esperanza, y preparados para ofrecernos un último nocaut emocional de más de dos horas de duración con una veintena larga de temas que son ya plegarias universales del sueño imposible del amor y del querer meterle mano a la vida. HOLA Y ADIÓS será la despedida multitudinaria de una garganta que, sin destilar, rezuma impía e impúdica verdad; de un bombín que es sinónimo de golfería dandi y pícara caballerosidad; de una icónica silueta perfilada con humo de cigarrillo y güisqui sin soda. Por supuesto, esa esencia trasnochada jamás dejará de escribir las historias y canciones que siempre le rondarán la mente. El oficio del poeta no piensa jubilarse, tampoco el del creador nocturno.
Con HOLA Y ADIÓS, la vuelta al ruedo de Sabina, se cierra un círculo que abarca medio siglo desde sus primeras apariciones públicas, cuando hacía la calle en el metro londinense, durante su autoexilio en las postrimerías del franquismo. Un incierto punto de partida para alguien que, tras cabalgar a lomos de los vertiginosos ochenta con un bello lirismo urbano que excedía el ámbito de la canción de autor, traspasó durante los noventa la frontera de profeta en su tierra para entrar definitivamente en el nuevo milenio bajo la categoría de mito internacional: desde Tierra de Fuego hasta el Desierto de Sonora, precedido por una leyenda disoluta y un sólido e impresionante torrente de canciones indelebles alojadas en una discografía totémica que, que, como ya viene sucediendo, se seguirá estudiando en los libros de la Historia del acervo popular.